Hoy por la mañana, nada más levantarme, y cuando la cafeína aún no había comenzado a hacerme efecto, empecé a recordar a los compañeros de piso que tuve durante mi época universitaria.
Una vez hecho el recuento, caí en la cuenta de que todos ellos o están casados, o técnicamente casados o están en proceso de ello.
Así que no sé si tal coincidencia debe de ser una amenaza o un fetiche. Es más, no sé si ese efecto se restringe a mi época universitaria o se prolonga en el tiempo.
El caso es que soy autoinmune a mis habilidades porque, de hecho, viví sólo en Madrid y ni estoy casado, ni técnicamente casado ni estoy en proceso de ello.
domingo, 4 de marzo de 2007
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