Hubo un tiempo en que era bastante propenso a hacer planes. Ya fueran a corto, medio o largo plazo, gran parte de mis pensamientos estaban dedicados a programar lo que pasaría en el futuro: viajes, trabajo, comida, visitas, etc.
Sin embargo, tras ese tiempo, el plan era que no había plan. No planificaba absolutamente nada. Hacía todo sobre la marcha, atendiendo sólo a mis apetencias de cada instante.
Últimamente, me he sorprendido planificando algunas cosas (viajes, básicamente). No es que me preocupe; pero supongo que el hecho de hacer o no hacer planes son un síntoma o un indicador de algo. No sé exactamente el qué; pero algo debe significar. Prefiero no indagar.
De todos modos, el hecho de hacer planes supone la posibilidad de llevarlos a cabo y eso me satisface... o no... o qué sé yo...
lunes, 5 de marzo de 2007
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