El pasado sábado pepedante le comentaba a don Serafín "es que se te puso un culo respingón".
Ante tal afirmación, don Serafín intentó recordar qué tipo de ejercicio podría haber estado realizando últimamente, y que no había hecho hasta entonces, para que alguien pudiese sostener tal inusual afirmación.
Como todo está en el Google, allí inició don Serafín su investigación.
La búsqueda fue sencilla: 'elíptica glúteos' y la segunda entrada tenía por título: Pompis super sexys :: Saludable :: esmas
Obviamente, la investigación prosiguió, y en esa página, en la sección consejos extras, aparece:
"Haz elíptica: Tonifica tu derriere ejercitándote por 30 minutos diarios en la máquina elíptica. Ponla en un ángulo que obligue a los glúteos a esforzarse más. Tu peso siempre debe caer sobre los talones.
Nada: Fortalece los glúteos tomando una tabla y pataleando con las piernas rectas durante 20 minutos diarios. "
Así, la curiosidad y el desconocimiento de don Serafín quedaron fulminados. La elíptica y la piscina eran las razones que habían motivado los recientes comentarios sobre su 'derriere'... o no... o qué sé yo...
lunes, 30 de abril de 2007
sábado, 28 de abril de 2007
Levantarse
Suele decirse que cuanto más se sufre por conseguir algo, más se disfruta el éxito de obtener lo que tanto se desea.
Puede que sea cierto.
También se suele decir que es importante no encajar golpes, pero lo es más, incluso, el saber levantarse una vez se ha caído.
Quizá esta afirmación sea verdadera.
Es más, comúnmente, se admite que las personas se curten y aprenden a base de varapalos. Y que aquel que sabe sobreponerse a la adversidad y que continúa su camino a pesar de las dificultades, más sabio será y podrá caminar más fácilmente por la senda de la vida.
Puede que no le falte razón a esta aseveración.
Incluso, se dice que es recomendable que, de vez en cuando, suframos algún revés. Que quienes están acostumbrados a que su trabajo se vea reflejado en éxitos de modo inmediato se derrumban la primera vez que esto no sucede, y que les es casi imposible tocar fondo, reunir fuerzas, hincar la rodilla en el suelo y encontrar arrestos para incorporarse, aún a sabiendas de que un próximo directo al alma se avecina con brevedad.
Aún con todo eso, a pesar de que todo ese sufrimiento se torne felicidad una vez alcanzada la ansiada meta, y que se suponga que se disfruta mucho más así; creo no equivocarme al desear que, alguna vez, no estaría mal que las cosas salieran bien a la primera, sin llevarte ninguna hostia, sin tener que hacer balance para comprobar donde has fallado, sin verte obligado a enmendar los errores cometidos, sin necesidad de lamer las heridas e intentar, de nuevo y una y otra vez, obtener el éxito.
Puede que sea cierto.
También se suele decir que es importante no encajar golpes, pero lo es más, incluso, el saber levantarse una vez se ha caído.
Quizá esta afirmación sea verdadera.
Es más, comúnmente, se admite que las personas se curten y aprenden a base de varapalos. Y que aquel que sabe sobreponerse a la adversidad y que continúa su camino a pesar de las dificultades, más sabio será y podrá caminar más fácilmente por la senda de la vida.
Puede que no le falte razón a esta aseveración.
Incluso, se dice que es recomendable que, de vez en cuando, suframos algún revés. Que quienes están acostumbrados a que su trabajo se vea reflejado en éxitos de modo inmediato se derrumban la primera vez que esto no sucede, y que les es casi imposible tocar fondo, reunir fuerzas, hincar la rodilla en el suelo y encontrar arrestos para incorporarse, aún a sabiendas de que un próximo directo al alma se avecina con brevedad.
Aún con todo eso, a pesar de que todo ese sufrimiento se torne felicidad una vez alcanzada la ansiada meta, y que se suponga que se disfruta mucho más así; creo no equivocarme al desear que, alguna vez, no estaría mal que las cosas salieran bien a la primera, sin llevarte ninguna hostia, sin tener que hacer balance para comprobar donde has fallado, sin verte obligado a enmendar los errores cometidos, sin necesidad de lamer las heridas e intentar, de nuevo y una y otra vez, obtener el éxito.
viernes, 27 de abril de 2007
martes, 24 de abril de 2007
Viento
El viento suele pasar desapercibido. Apenas hace ruido y uno casi ni se percata de su actividad y, cuando se hace notar, suele ser sumamente agradable.
Parece saber cuando necesitas su presencia y cuando debe alejarse. Justo un segundo antes de que comiences a sentir cualquiera de esas dos sensaciones, aparecerá o se alejará.
Siempre está ahí, ausente o presente; pero, en ambos casos, es su sabia forma de manifestarse. A veces aparece de forma puntual y periódica, y otras súbitamente, unas veces se acompaña de la lluvia para acariciar tu rostro y ofrecerte la ternura que precisas y, en otras ocasiones, te golpea la cara para que reacciones, alces la mirada, acumules coraje y afrontes la realidad con valentía.
Pero lo que nunca se debe hacer jamás es enfurecer al viento. Raras veces muestra su faceta más embravecida; pero cuando esto ocurre, lo mejor es huir y guarecerse como uno buenamente pueda. Una vez desatada su cólera se convertirá en tifón, tornado o huracán y arrasará con todo lo que encuentre a su paso sin distinción alguna. Y empleará al mar, a los truenos y relámpagos y a cuanto estime necesario hasta que su ira quede satisfecha... o no... o qué sé yo...
Parece saber cuando necesitas su presencia y cuando debe alejarse. Justo un segundo antes de que comiences a sentir cualquiera de esas dos sensaciones, aparecerá o se alejará.
Siempre está ahí, ausente o presente; pero, en ambos casos, es su sabia forma de manifestarse. A veces aparece de forma puntual y periódica, y otras súbitamente, unas veces se acompaña de la lluvia para acariciar tu rostro y ofrecerte la ternura que precisas y, en otras ocasiones, te golpea la cara para que reacciones, alces la mirada, acumules coraje y afrontes la realidad con valentía.
Pero lo que nunca se debe hacer jamás es enfurecer al viento. Raras veces muestra su faceta más embravecida; pero cuando esto ocurre, lo mejor es huir y guarecerse como uno buenamente pueda. Una vez desatada su cólera se convertirá en tifón, tornado o huracán y arrasará con todo lo que encuentre a su paso sin distinción alguna. Y empleará al mar, a los truenos y relámpagos y a cuanto estime necesario hasta que su ira quede satisfecha... o no... o qué sé yo...
lunes, 23 de abril de 2007
Cabezas de dragón
Cabeza de dragón: Jorge, ¿tú leíste 'El Lazarillo'?
Jorge: Sí, hace mucho tiempo. Casi no me acuerdo.
Cabeza de dragón: ¡¡Vaya mierda de libro!! Yo no sé cómo nos mandan leer eso...
Cabeza de dragón: La verdad, no me extraña que quien lo haya escrito firmara como anónimo. Seguro que tenía miedo de que le metieran unas hostias cuando lo publicaran, porque vaya mierda.....
Jorge: Sí, hace mucho tiempo. Casi no me acuerdo.
Cabeza de dragón: ¡¡Vaya mierda de libro!! Yo no sé cómo nos mandan leer eso...
Cabeza de dragón: La verdad, no me extraña que quien lo haya escrito firmara como anónimo. Seguro que tenía miedo de que le metieran unas hostias cuando lo publicaran, porque vaya mierda.....
domingo, 22 de abril de 2007
Teoría de culos
Para Don Serafín el culo femenino, el auténtico culo, el CULO, tiene que tener personalidad propia, un carácter marcado, seguridad en sí mismo y hasta un punto de chulería y autosuficiencia.
Esas características vienen determinadas, claramente, por las curvas que definen cada culo. Un culo podrá ser más o menos grande o pequeño, más o menos ancho o prieto, más o menos caído o respingón; pero, ineludiblemente, para que sea un buen culo, ha de tener una curvas que lo distingan del resto de culos del mundo mundial (y parte del extranjero).
Un culo plano no le dice nada a Don Serafín. No se sabe si pasea por la espalda o merodea por la pantorrilla, ¿será el lumbar o será el biceps femoral?, ¿u-lo glúteo?
En el caso masculino, Don Serafín confiesa su más absoluta ignorancia. En su pubertad tenía una gran fama esa parte del físico de un profesor de Matemáticas. Así que se suponía que aquel era el modelo que garantizaba el éxito. El problema estaba en que, para Don Serafín, aquel era un culo no-culo. Ni se veía. Los riñones comunicaban con el fémur en una autovía sin peaje, torsión, ni cuvatura alguna.
Tras años asumiendo aquella contraposición entre su ideal femenino y el supuesto ideal masculino, a Don Serafín le han roto los esquemas.
En el breve plazo de 7 días, su culo ha recibido más halagos y manoseos 'prohíbidos' que en, aproximadamente, los 17 años anteriores a la fecha.
¿Ha cambiado, súbitamente, el gusto femenino? ¿Tanto se escondía el culo de Don Serafín hasta ahora? ¿Es lo mejor de lo que queda? ¿Han tenido que pasar unos 15 años para que el culo de Don Serafín pueda alcanzar un cierto prestigio?
Será que para gustos se pintan colores...o no... o qué sé yo...
Esas características vienen determinadas, claramente, por las curvas que definen cada culo. Un culo podrá ser más o menos grande o pequeño, más o menos ancho o prieto, más o menos caído o respingón; pero, ineludiblemente, para que sea un buen culo, ha de tener una curvas que lo distingan del resto de culos del mundo mundial (y parte del extranjero).
Un culo plano no le dice nada a Don Serafín. No se sabe si pasea por la espalda o merodea por la pantorrilla, ¿será el lumbar o será el biceps femoral?, ¿u-lo glúteo?
En el caso masculino, Don Serafín confiesa su más absoluta ignorancia. En su pubertad tenía una gran fama esa parte del físico de un profesor de Matemáticas. Así que se suponía que aquel era el modelo que garantizaba el éxito. El problema estaba en que, para Don Serafín, aquel era un culo no-culo. Ni se veía. Los riñones comunicaban con el fémur en una autovía sin peaje, torsión, ni cuvatura alguna.
Tras años asumiendo aquella contraposición entre su ideal femenino y el supuesto ideal masculino, a Don Serafín le han roto los esquemas.
En el breve plazo de 7 días, su culo ha recibido más halagos y manoseos 'prohíbidos' que en, aproximadamente, los 17 años anteriores a la fecha.
¿Ha cambiado, súbitamente, el gusto femenino? ¿Tanto se escondía el culo de Don Serafín hasta ahora? ¿Es lo mejor de lo que queda? ¿Han tenido que pasar unos 15 años para que el culo de Don Serafín pueda alcanzar un cierto prestigio?
Será que para gustos se pintan colores...o no... o qué sé yo...
viernes, 20 de abril de 2007
Preliminares
Los efectivos han sido llamado a filas. Los corredores han llegado al pie del último puerto de la etapa reina.
Don Estómago ha reaccionado con estruendo ante la convocatoria del examen. Es su primer aviso. Vendrán más.
Como en todos los primeros avisos, la reacción a tal aparición es la misma. Trabajo. Mucho trabajo. Que reviente por algún lado. Mucha comida, más café y algo de alcohol.
El opositor de este año ya se ha enfundado la armadura.
Don Estómago ha reaccionado con estruendo ante la convocatoria del examen. Es su primer aviso. Vendrán más.
Como en todos los primeros avisos, la reacción a tal aparición es la misma. Trabajo. Mucho trabajo. Que reviente por algún lado. Mucha comida, más café y algo de alcohol.
El opositor de este año ya se ha enfundado la armadura.
martes, 17 de abril de 2007
Prospecto
"Back-off bitch" ungüento
Antidepresivo, vigorizante, estimulante.
Vía auditiva.
COMPOSICIÓN
4.58 minutos de aullidos, gritos y litros de adrenalina que contienen insultos, jactancia, autoestima a raudales y sensación de dominio y superioridad abrumadoras.
PROPIEDADES
Este ungüento es una sustancia de potente acción antidepresiva para el tratamiento auditivo de procesos traumáticos e inflamatorios tanto crónicos como repentinos. Favorece la recuperación del ánimo y la eliminación de fobias y odios padecidos. Su efecto será tanto mayor cuantos más aplicaciones se proporcionen.
A su vez, si acompaña el tratamiento con alocados saltos y la emisión de sonidos guturales de ultratumba al ritmo de la canción, las propiedades de este ungüento se verán multiplicadas.
INDICACIONES
Todo tipo de procesos traumáticos y cuadros inflamatorios (en especial los nasales y/o genitales agudos).
POSOLOGÍA
Suba el volumen al máximo y pulse el botón 'Play'. Comience a brincar y chillar al tiempo que interioriza y focaliza como le venga en gana el estribillo de la copla. Debe seguir este procedimiento en cualquier lugar y en cualquier momento, un mínimo de 4 ó 5 veces al día, una porción de 15 minutos en cada aplicación.
CONTRAINDICACIONES
Ninguna.
PRECAUCIONES
Retirar todo el mobiliario existente en un radio de 20 metros de donde se encuentre usted en el momento de cada aplicación.
Después de 3 ó 4 días de tratamiento puede notar ligeras molestias en la garganta y el tímpano. Cesarán una vez abandone el tratamiento.
ADVERTANCIAS
Puede provocar cierta irritabilidad en todo aquel que se encuentre próximo a usted en el preciso instante en que se esté aplicando este ungüento.
EFECTOS SECUNDARIOS
No se conocen.
INTOXICACIÓN Y SU TRATAMIENTO
La intoxicación es imposible. Es más, debe aplicarse cuantas veces crea usted necesario.
Antidepresivo, vigorizante, estimulante.
Vía auditiva.
COMPOSICIÓN
4.58 minutos de aullidos, gritos y litros de adrenalina que contienen insultos, jactancia, autoestima a raudales y sensación de dominio y superioridad abrumadoras.
PROPIEDADES
Este ungüento es una sustancia de potente acción antidepresiva para el tratamiento auditivo de procesos traumáticos e inflamatorios tanto crónicos como repentinos. Favorece la recuperación del ánimo y la eliminación de fobias y odios padecidos. Su efecto será tanto mayor cuantos más aplicaciones se proporcionen.
A su vez, si acompaña el tratamiento con alocados saltos y la emisión de sonidos guturales de ultratumba al ritmo de la canción, las propiedades de este ungüento se verán multiplicadas.
INDICACIONES
Todo tipo de procesos traumáticos y cuadros inflamatorios (en especial los nasales y/o genitales agudos).
POSOLOGÍA
Suba el volumen al máximo y pulse el botón 'Play'. Comience a brincar y chillar al tiempo que interioriza y focaliza como le venga en gana el estribillo de la copla. Debe seguir este procedimiento en cualquier lugar y en cualquier momento, un mínimo de 4 ó 5 veces al día, una porción de 15 minutos en cada aplicación.
CONTRAINDICACIONES
Ninguna.
PRECAUCIONES
Retirar todo el mobiliario existente en un radio de 20 metros de donde se encuentre usted en el momento de cada aplicación.
Después de 3 ó 4 días de tratamiento puede notar ligeras molestias en la garganta y el tímpano. Cesarán una vez abandone el tratamiento.
ADVERTANCIAS
Puede provocar cierta irritabilidad en todo aquel que se encuentre próximo a usted en el preciso instante en que se esté aplicando este ungüento.
EFECTOS SECUNDARIOS
No se conocen.
INTOXICACIÓN Y SU TRATAMIENTO
La intoxicación es imposible. Es más, debe aplicarse cuantas veces crea usted necesario.
lunes, 16 de abril de 2007
Pasito a pasito
Una vez el padre de Jack-Jack dijo acerca de Don Serafín: 'si el muy cabrón podrá tardar más o menos; pero al final el tío acaba llegando'.
La verdad es que esa descripción me gusta bastante y, de hecho, suelo aferrarme a ella muchas veces. Además, mantengo la esperanza de alcanzar mis metas, antes o después, no sólo cuando voy a correr. Y es que, al igual que en atletismo, simplemente la sensación que se tiene en el momento de cruzar la línea de llegada ya compensa todas las horas de entrenamiento invertido, las agujetas sufridas, las ampollas de las ampollas de las ampollas formadas, etc. etc.
Así que sólo queda seguir corriendo...
viernes, 13 de abril de 2007
miércoles, 11 de abril de 2007
martes, 10 de abril de 2007
Cabezas de dragón (VIII)
Jorge: Una elipse es el lugar geométrico de los puntos....
Cabeza de dragón: Se abre el telón y aparece un tío comiendo zorza. Se cierra el telón. Se vuelve a abrir y aparece el mismo tío comiendo merluza. ¿Título de la película?
Jorge: cuya suma de las distancias a dos puntos fijos, llamados focos,...
Cabeza de dragón: ¡¡ El ex-zorcista !!
Cabezas de dragón: ¡¡¡jajajajajajaja!!
Jorge sonríe e intenta contener la carcajada.
Jorge: ...es constante
Cabeza de dragón: Se abre el telón y aparece un tío comiendo zorza. Se cierra el telón. Se vuelve a abrir y aparece el mismo tío comiendo merluza. ¿Título de la película?
Jorge: cuya suma de las distancias a dos puntos fijos, llamados focos,...
Cabeza de dragón: ¡¡ El ex-zorcista !!
Cabezas de dragón: ¡¡¡jajajajajajaja!!
Jorge sonríe e intenta contener la carcajada.
Jorge: ...es constante
lunes, 9 de abril de 2007
Gregarios
Según la RAE, un gregario, entre otras acepciones, es alguien "que está en compañía de otros sin distinción, como el soldado raso".
En particular, en ciclismo, un gregario es aquel corredor que se sacrifica por su jefe de filas, aquel que asume que todo su esfuerzo jamás será aplaudido, que nunca saldrá en las portadas de los periódicos y a quien nunca entrevistarán, de quien rara vez se hablará. Es ese atleta que tendrá que vaciarse en beneficio de otro, y que jamás dirá una palabra más alta que otra ante la reiterada tozudez de la obligada sumisión por el bien del jefe de filas.
Pero el gregario, el buen gregario, el que todo jefe de filas quisiera tener, disfruta con el éxito de su jefe. Lo da todo a lo largo de kilómetros y kilómetros, en los empinados ascensos y en las vertiginosas bajadas, marcando el ritmo adecuado, yendo a la cola del pelotón para buscar bidones de agua, cediendo su bicicleta cuando la bicicleta del líder sufre una avería, apremiando cuando algún rival flaquea o esperando a su líder para marcarle una cadencia adecuada. Acude a la llamada de su compañero donde y cuando sea, sin importar su propio estado.
Y así ocurre durante mucho tiempo. Es auxilio en los momentos de debilidad y complicidad en los de fortaleza. A pesar de saber que tanto esfuerzo, quizá, no vea recompensa explícita, el gregario hace lo posible y lo imposible para que su líder llegue a los momentos cruciales en la mejor situación posible. Y esa es su gran victoria, su mayor éxito. El que nadie coreará, pero el que le llena plenamente.
Pero tanto sacrificio pasa factura. Y al líder aún lo pueden exprimir; pero el gregario se desecha al primer síntoma de flaqueza. Él, por primera vez, intenta rebelarse, argumentando que sabe sufrir, que es lo que ha hecho siempre, que la experiencia suple muchas dificultades físicas; pero los patrones del equipo no lo escuchan. El líder quisiera defenderlo porque sabe que es el mejor; pero se debe a su entorno, que es quien le paga.
Pero la carretera da y quita razones. Y el líder echará de menos a su fiel gregario en los momentos realmente difíciles, porque éste sabe lo que necesita y cómo se encuentra en cada instante, sin decirle nada, simplemente cruzando sus miradas. Y el gregario, aún en contra de la lógica, ayudará a quien fue su jefe de filas... o no... o qué sé yo...
En particular, en ciclismo, un gregario es aquel corredor que se sacrifica por su jefe de filas, aquel que asume que todo su esfuerzo jamás será aplaudido, que nunca saldrá en las portadas de los periódicos y a quien nunca entrevistarán, de quien rara vez se hablará. Es ese atleta que tendrá que vaciarse en beneficio de otro, y que jamás dirá una palabra más alta que otra ante la reiterada tozudez de la obligada sumisión por el bien del jefe de filas.
Pero el gregario, el buen gregario, el que todo jefe de filas quisiera tener, disfruta con el éxito de su jefe. Lo da todo a lo largo de kilómetros y kilómetros, en los empinados ascensos y en las vertiginosas bajadas, marcando el ritmo adecuado, yendo a la cola del pelotón para buscar bidones de agua, cediendo su bicicleta cuando la bicicleta del líder sufre una avería, apremiando cuando algún rival flaquea o esperando a su líder para marcarle una cadencia adecuada. Acude a la llamada de su compañero donde y cuando sea, sin importar su propio estado.
Y así ocurre durante mucho tiempo. Es auxilio en los momentos de debilidad y complicidad en los de fortaleza. A pesar de saber que tanto esfuerzo, quizá, no vea recompensa explícita, el gregario hace lo posible y lo imposible para que su líder llegue a los momentos cruciales en la mejor situación posible. Y esa es su gran victoria, su mayor éxito. El que nadie coreará, pero el que le llena plenamente.
Pero tanto sacrificio pasa factura. Y al líder aún lo pueden exprimir; pero el gregario se desecha al primer síntoma de flaqueza. Él, por primera vez, intenta rebelarse, argumentando que sabe sufrir, que es lo que ha hecho siempre, que la experiencia suple muchas dificultades físicas; pero los patrones del equipo no lo escuchan. El líder quisiera defenderlo porque sabe que es el mejor; pero se debe a su entorno, que es quien le paga.
Pero la carretera da y quita razones. Y el líder echará de menos a su fiel gregario en los momentos realmente difíciles, porque éste sabe lo que necesita y cómo se encuentra en cada instante, sin decirle nada, simplemente cruzando sus miradas. Y el gregario, aún en contra de la lógica, ayudará a quien fue su jefe de filas... o no... o qué sé yo...
jueves, 5 de abril de 2007
miércoles, 4 de abril de 2007
Aquapark
Ahora mismo quisiera ir a un aquapark. Pero no uno cualquiera. Quisiera ir a uno gigantesco, enorme, inconmensurable, el más grande. Y que no hubiera nadie. Sólo yo, única y simplemente yo. Y poder ir a las atracciones cuantas veces quisiera, sin tener que esperar a nadie, ni por nadie. Y repetir atracción cuantas veces me viniese en gana.
Tirarme por los toboganes y dar tumbos de un lado a otro, girar sobre mí mismo entorno a cuantos ejes haya y alguno más si es preciso; apoyarme sobre la espalda y coger las rodillas para voltearme vertiginosamente en todas direcciones; luego, sin saber como, bajaría boca abajo, como si estuviera gateando, y volvería a rotar sin que mi cuerpo supiera hacia donde.
También iría a los tubos espirales, a oscuras, gritando todo el rato, para que el eco de mis alaridos añadiera más sensación de velocidad, y para estar a expensas de la próxima curva que no sabría hacia donde me impulsaría.
Y luego iría a los toboganes individuales. Me impulsaría con todas mis fuerzas, alcanzaría la mayor velocidad posible, y todo estaría a merced de la inercia, la vorágine y el descontrol. Cada curva depararía algo nuevo, lo único que dominaría mínimamente sería el taparme la nariz para que no me entrase agua, todo ocurriría fugazmente, sin que yo pudiese decidir ni hacer nada por variarlo, me encaminaría a lo desconocido, a tumba abierta, con la única seguridad de que, al final de todo, caería en una piscina... o no.
¡Cómo deseo ir a un aquapark! Así, todas esas sensaciones serían físicas y no mentales, y todo sería diversión y no desesperación.
Tirarme por los toboganes y dar tumbos de un lado a otro, girar sobre mí mismo entorno a cuantos ejes haya y alguno más si es preciso; apoyarme sobre la espalda y coger las rodillas para voltearme vertiginosamente en todas direcciones; luego, sin saber como, bajaría boca abajo, como si estuviera gateando, y volvería a rotar sin que mi cuerpo supiera hacia donde.
También iría a los tubos espirales, a oscuras, gritando todo el rato, para que el eco de mis alaridos añadiera más sensación de velocidad, y para estar a expensas de la próxima curva que no sabría hacia donde me impulsaría.
Y luego iría a los toboganes individuales. Me impulsaría con todas mis fuerzas, alcanzaría la mayor velocidad posible, y todo estaría a merced de la inercia, la vorágine y el descontrol. Cada curva depararía algo nuevo, lo único que dominaría mínimamente sería el taparme la nariz para que no me entrase agua, todo ocurriría fugazmente, sin que yo pudiese decidir ni hacer nada por variarlo, me encaminaría a lo desconocido, a tumba abierta, con la única seguridad de que, al final de todo, caería en una piscina... o no.
¡Cómo deseo ir a un aquapark! Así, todas esas sensaciones serían físicas y no mentales, y todo sería diversión y no desesperación.
martes, 3 de abril de 2007
Espirales y rectas
Muchas veces, cuando tenemos un bolígrafo en la mano y cae en nuestro poder un trozo de papel, instintivamente, comenzamos a dibujar cosas. Si nos encontramos en medio de una tediosa reunión dicho acto es casi premeditado; pero otras veces es puro instinto.
Unas personas hacen caricaturas, otras pintan paisajes (árboles, montañas, playas, islas, lagos...), otros rellenan los huecos de las palabras ya impresas en la hoja, hay quien describe figuras mediante puntos, etc. etc. etc.
En mi caso, me instinto me conduce a dibujar líneas paralelas de izquierda a derecha. No muchas, seis o siete; pero nunca ocupando todo el espacio. Una vez hecho esto, giro la hoja y, de nuevo, pinto líneas paralelas de tal forma que sean perpendiculares a las anteriores.
Un amigo mío se complica, en principio, mucho menos las cosas y dibuja espirales.
Hablando del tema, él dice que las espirales significan que su mente es caótica, que no hay nada claro, que le da muchas vueltas a las cosas y que nunca concluye nada. Sin embargo, mis dibujos significan claridad, raciocinio y decisiones.
Yo suelo discrepar. Argumento que su dibujo es una única línea, que sigue un patrón definido, un camino marcado, original, estético y que abarca todo el papel. En cambio, mi dibujo es minúsculo, discontinuo, limitado, poco original, aburrido y que pretendo cubrir mucho pero que alcanzo más bien poco.
Lo bueno de todo esto es que, siempre que hablamos del tema, nos ponemos ejemplos de nuestras formas de pensar y actuar. Y, profundizando, profundizando yo concluyo que, según su discurso, él debería dibujar rectas y yo espirales; pero él se reafirma en todo lo contrario.
Finalmente, siempre topamos con la misma duda: ¿y si las espirales y las rectas son lo mismo? Pues sí... o no... o qué sé yo...
Y tú, ¿qué dibujas?
Unas personas hacen caricaturas, otras pintan paisajes (árboles, montañas, playas, islas, lagos...), otros rellenan los huecos de las palabras ya impresas en la hoja, hay quien describe figuras mediante puntos, etc. etc. etc.
En mi caso, me instinto me conduce a dibujar líneas paralelas de izquierda a derecha. No muchas, seis o siete; pero nunca ocupando todo el espacio. Una vez hecho esto, giro la hoja y, de nuevo, pinto líneas paralelas de tal forma que sean perpendiculares a las anteriores.
Un amigo mío se complica, en principio, mucho menos las cosas y dibuja espirales.
Hablando del tema, él dice que las espirales significan que su mente es caótica, que no hay nada claro, que le da muchas vueltas a las cosas y que nunca concluye nada. Sin embargo, mis dibujos significan claridad, raciocinio y decisiones.
Yo suelo discrepar. Argumento que su dibujo es una única línea, que sigue un patrón definido, un camino marcado, original, estético y que abarca todo el papel. En cambio, mi dibujo es minúsculo, discontinuo, limitado, poco original, aburrido y que pretendo cubrir mucho pero que alcanzo más bien poco.
Lo bueno de todo esto es que, siempre que hablamos del tema, nos ponemos ejemplos de nuestras formas de pensar y actuar. Y, profundizando, profundizando yo concluyo que, según su discurso, él debería dibujar rectas y yo espirales; pero él se reafirma en todo lo contrario.
Finalmente, siempre topamos con la misma duda: ¿y si las espirales y las rectas son lo mismo? Pues sí... o no... o qué sé yo...
Y tú, ¿qué dibujas?
lunes, 2 de abril de 2007
Tres
Y la ansiedad se apoderó de ellos. Como si se fuese a terminar el mundo, como si cada segundo fuese el último, cada beso era cada vez más intenso que el anterior. Parecía como si las mandíbulas se fueran a desencajar para alcanzar cada vez más recovecos y, así, disfrutar y ofrecer nuevas sensaciones.
Él posó sus manos sobre las nalgas de su esposa y, en un impetuoso empujón, la alzó en el aire para que ella enroscara sus piernas tras su espalda. Sin cesar de besarse en ningún momento, se dirigieron hacia el baño. Una vez allí ella sonrió y le dijo:
- Estás loco.
A lo que él contestó:
- Sí. Loco por tí.
El baño estaba preparado. Se metieron en el agua y ella se sentó delante de él, se recostó sobre su pecho y giró su cabeza buscando la boca de su amado. Y él se la ofreció. Y mientras la besaba, acarició su rostro con una mano al tiempo que deslizaba la otra hacia sus pechos. Eran caricias lujuriosas, sensuales, juguetonas y excitantes. Sus pezones se endurecieron y entonces se incorporó para sentarse sobre él y que así pudiese masajear sus senos con ambas manos. Al tiempo, ella cogió su pene erecto y lo apretó contra su vagina para mayor excitación de ambos. Los gemidos se sucedieron y sólo la incomodidad de la bañera pudo parar aquella vorágine de pasión.
Entonces, él se sentó delante de ella e iniciaron una pequeña tregua. Ella cogió un jabón aromático y recorrió su espalda concienzudamente arriba y abajo para, a continuación, dibujar círculos sobre su cuello. Una y otra vez, arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos…
Poco a poco el nivel de excitación iba disminuyendo a medida que la relajación recuperaba terreno. Ella cogió su cabeza y la acercó a su pecho. Él cerró los ojos y sonrió levemente. Y empezaron los círculos en las sienes. Y el descanso era cada vez mayor. Un buen rato después ella le besó los ojos y luego las mejillas. Se miraron. Sonrieron. Y se dijeron al unísono:
- Te quiero.
Se arrodillaron uno frente al otro y se fundieron en un abrazo eterno.
Salieron de la bañera y se dirigieron al dormitorio.
- Ahora te toca a ti.
Exigió ella. Y él asintió mientras derramaba el aceite corporal sobre su espalda. Y, de nuevo, el mismo modo de proceder: arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos…
Pero, como si de una fiera recién salida de su letargo se tratase, el ansia volvió a entrar en escena. Los círculos tenían cada vez mayor radio y las palmas de las manos se abrían cada vez más, buscando los deseados pechos y nalgas. Se acostó sobre ella y la cubrió por completo con su cuerpo mientras besaba su cuello. Él se apartó por un instante para que ella pudiera girarse, y entonces recorrió la geografía femenina de su esposa. Primero rozó sus pezones contra los de ella y, una vez excitados los pellizcó con sus labios, luego lamió su pulso brevemente para, seguidamente, acariciar su ombligo con la cara mientras manoseaba sus pechos. Continuó excitándola cuando chupó los dedos de los pies y, posteriormente, cuando ascendió por la cara interna de sus muslos con destino su vulva.
Los suspiros se sucedían uno tras otro, y se convirtieron en gemidos, y éstos casi en bramidos. El deseo era incontenible y cuando el placer parecía volverse desesperación, él apoyó sus brazos sobre la cama e introdujo su pene en su vagina. Lentamente, muy despacio, suavemente, con virginal esmero.
Una placentera sensación acompañó la primera embestida. Tenían la satisfacción de estar empezando lo que habían estado preparando tanto tiempo, la tranquilidad de saber que aquello sólo era el principio de una larga travesía, la confianza de conocerse a la perfección y la sabiduría que todo eso aporta en la búsqueda del placer.
Él posó sus manos sobre las nalgas de su esposa y, en un impetuoso empujón, la alzó en el aire para que ella enroscara sus piernas tras su espalda. Sin cesar de besarse en ningún momento, se dirigieron hacia el baño. Una vez allí ella sonrió y le dijo:
- Estás loco.
A lo que él contestó:
- Sí. Loco por tí.
El baño estaba preparado. Se metieron en el agua y ella se sentó delante de él, se recostó sobre su pecho y giró su cabeza buscando la boca de su amado. Y él se la ofreció. Y mientras la besaba, acarició su rostro con una mano al tiempo que deslizaba la otra hacia sus pechos. Eran caricias lujuriosas, sensuales, juguetonas y excitantes. Sus pezones se endurecieron y entonces se incorporó para sentarse sobre él y que así pudiese masajear sus senos con ambas manos. Al tiempo, ella cogió su pene erecto y lo apretó contra su vagina para mayor excitación de ambos. Los gemidos se sucedieron y sólo la incomodidad de la bañera pudo parar aquella vorágine de pasión.
Entonces, él se sentó delante de ella e iniciaron una pequeña tregua. Ella cogió un jabón aromático y recorrió su espalda concienzudamente arriba y abajo para, a continuación, dibujar círculos sobre su cuello. Una y otra vez, arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos…
Poco a poco el nivel de excitación iba disminuyendo a medida que la relajación recuperaba terreno. Ella cogió su cabeza y la acercó a su pecho. Él cerró los ojos y sonrió levemente. Y empezaron los círculos en las sienes. Y el descanso era cada vez mayor. Un buen rato después ella le besó los ojos y luego las mejillas. Se miraron. Sonrieron. Y se dijeron al unísono:
- Te quiero.
Se arrodillaron uno frente al otro y se fundieron en un abrazo eterno.
Salieron de la bañera y se dirigieron al dormitorio.
- Ahora te toca a ti.
Exigió ella. Y él asintió mientras derramaba el aceite corporal sobre su espalda. Y, de nuevo, el mismo modo de proceder: arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos; arriba, abajo y círculos…
Pero, como si de una fiera recién salida de su letargo se tratase, el ansia volvió a entrar en escena. Los círculos tenían cada vez mayor radio y las palmas de las manos se abrían cada vez más, buscando los deseados pechos y nalgas. Se acostó sobre ella y la cubrió por completo con su cuerpo mientras besaba su cuello. Él se apartó por un instante para que ella pudiera girarse, y entonces recorrió la geografía femenina de su esposa. Primero rozó sus pezones contra los de ella y, una vez excitados los pellizcó con sus labios, luego lamió su pulso brevemente para, seguidamente, acariciar su ombligo con la cara mientras manoseaba sus pechos. Continuó excitándola cuando chupó los dedos de los pies y, posteriormente, cuando ascendió por la cara interna de sus muslos con destino su vulva.
Los suspiros se sucedían uno tras otro, y se convirtieron en gemidos, y éstos casi en bramidos. El deseo era incontenible y cuando el placer parecía volverse desesperación, él apoyó sus brazos sobre la cama e introdujo su pene en su vagina. Lentamente, muy despacio, suavemente, con virginal esmero.
Una placentera sensación acompañó la primera embestida. Tenían la satisfacción de estar empezando lo que habían estado preparando tanto tiempo, la tranquilidad de saber que aquello sólo era el principio de una larga travesía, la confianza de conocerse a la perfección y la sabiduría que todo eso aporta en la búsqueda del placer.
Cheers
El sábado pasado, a eso de las 6 de la tarde, estaba en el bar al que voy siempre que salgo la noche anterior en Santiago. Y siempre que estoy allí tengo la misma sensación. Es una agradable sensación de estar en casa, de estar en un lugar donde saben lo que necesitas en cuanto entras, donde te escuchan cuando necesitas hablar y donde callan cuando repudias las palabras. Y, además, eso ocurre tanto con la gente con la que te congregas allí como con los dueños de ese hogar temporal.
Y recordé los bares de siempre que he disfrutado. Primero fue el ‘Trivial’ en mi pubertad: allí, entre quesito y quesito, vieron la luz las primeras confesiones de instituto; luego el ‘Palumbo’ donde las inquietudes universitarias se ponían de manifiesto antes de subir a Doniños y escrutar nuestras almas; después el Atalaya: ¡cuántas noches de sábado después de 12 horas de estudio! ¡cuántos ánimos recibidos y cuántos malos tragos superados! En Madrid, estaba el Criscar: ¡cuánta nostalgia y añoranza vividas entre litros de cerveza! ¡y qué manera de rajar del jefe! Y, a día de hoy, está el Carteles: que es como el Trivial, el Palumbo y Doniños pero con 10 años más y más alcohol en sangre; y el Santa Isabel: no es que hayan ocurrido grandes cosas allí, pero, al igual que sucede con la amistad, se va labrando su lugar a base de pequeños detalles y de momentos entrañables que forjan ese agradable sentimiento que percibes cada vez que entras…o no… o qué sé yo.
Y recordé los bares de siempre que he disfrutado. Primero fue el ‘Trivial’ en mi pubertad: allí, entre quesito y quesito, vieron la luz las primeras confesiones de instituto; luego el ‘Palumbo’ donde las inquietudes universitarias se ponían de manifiesto antes de subir a Doniños y escrutar nuestras almas; después el Atalaya: ¡cuántas noches de sábado después de 12 horas de estudio! ¡cuántos ánimos recibidos y cuántos malos tragos superados! En Madrid, estaba el Criscar: ¡cuánta nostalgia y añoranza vividas entre litros de cerveza! ¡y qué manera de rajar del jefe! Y, a día de hoy, está el Carteles: que es como el Trivial, el Palumbo y Doniños pero con 10 años más y más alcohol en sangre; y el Santa Isabel: no es que hayan ocurrido grandes cosas allí, pero, al igual que sucede con la amistad, se va labrando su lugar a base de pequeños detalles y de momentos entrañables que forjan ese agradable sentimiento que percibes cada vez que entras…o no… o qué sé yo.
domingo, 1 de abril de 2007
Dos
Y se besaron.
Fue un beso intenso, sentido, deseado, minucioso, agradecido, entregado, prolongado y vicioso.
Ella lo abrazó intensamente, abarcando toda su espalda y apretándolo contra su pecho lo más fuerte que pudo. Él desenlazó sus manos y le acarició el cabello, mientras suspiró profundamente. Ella le desabrochó los botones de la camisa, puso sus manos sobre los hombros de su marido, y descubrió su torso. Luego le pasó las manos por detrás del cuello, se giró, apoyó su espalda contra la pared y empujó a su amado hacia sí. Él acompañó ese movimiento mientras arrojaba su camisa al suelo. Y los besos se tornaron sutiles, cálidos, complacientes, excitantes, cuidadosos, delicados, susurrantes, caricias ofrecidas y recibidas con los labios.
Él entreabrió sutilmente el albornoz y recorrió su cuello, beso a beso, milímetro a milímetro, gemido a gemido. Deteniéndose calmosamente. Tomándose todo el tiempo del mundo, ese tiempo que pocas veces se tiene para que las cosas resulten sublimes. Después del cuello prosiguió con el lóbulo de la oreja. Sabía lo mucho que eso la excitaba. Las pulsaciones aceleraban su ritmo de nuevo y, entonces, ella tomó la iniciativa.
Sujetó los pulsos de su amante, lo empujó hacia la pared contraria y levantó sus brazos para que él entendiera que quien mandaba en ese momento era ella. Que él no tenía otra opción que dejar que ella hiciese lo que le viniese en gana. Que estaba a su merced. ¡Y tanto que fue así!
Comenzó mordisqueando sus pezones, continuó besando su estómago mientras le quitaba el cinturón, y siguió recorriendo su cuerpo con los labios lujuriosamente. A continuación, regresó al cuello y se cruzaron sus miradas, añadiendo la complicidad cosechada a lo largo de los años de relación a aquel coktail de sentimientos. Descendió desde el cuello hasta su mano derecha y empezó a jugar con ella lamiéndola y besándola, tanto con las yemas de los dedos como con la palma de la mano. Mientras tanto, él sólo acertaba a despojarse poco a poco de su ropa, anticipándose al siguiente paso de aquel tórrido encuentro.
Y, ardiente, libidinosa, lasciva e impúdicamente, se besaron de nuevo.
Fue un beso intenso, sentido, deseado, minucioso, agradecido, entregado, prolongado y vicioso.
Ella lo abrazó intensamente, abarcando toda su espalda y apretándolo contra su pecho lo más fuerte que pudo. Él desenlazó sus manos y le acarició el cabello, mientras suspiró profundamente. Ella le desabrochó los botones de la camisa, puso sus manos sobre los hombros de su marido, y descubrió su torso. Luego le pasó las manos por detrás del cuello, se giró, apoyó su espalda contra la pared y empujó a su amado hacia sí. Él acompañó ese movimiento mientras arrojaba su camisa al suelo. Y los besos se tornaron sutiles, cálidos, complacientes, excitantes, cuidadosos, delicados, susurrantes, caricias ofrecidas y recibidas con los labios.
Él entreabrió sutilmente el albornoz y recorrió su cuello, beso a beso, milímetro a milímetro, gemido a gemido. Deteniéndose calmosamente. Tomándose todo el tiempo del mundo, ese tiempo que pocas veces se tiene para que las cosas resulten sublimes. Después del cuello prosiguió con el lóbulo de la oreja. Sabía lo mucho que eso la excitaba. Las pulsaciones aceleraban su ritmo de nuevo y, entonces, ella tomó la iniciativa.
Sujetó los pulsos de su amante, lo empujó hacia la pared contraria y levantó sus brazos para que él entendiera que quien mandaba en ese momento era ella. Que él no tenía otra opción que dejar que ella hiciese lo que le viniese en gana. Que estaba a su merced. ¡Y tanto que fue así!
Comenzó mordisqueando sus pezones, continuó besando su estómago mientras le quitaba el cinturón, y siguió recorriendo su cuerpo con los labios lujuriosamente. A continuación, regresó al cuello y se cruzaron sus miradas, añadiendo la complicidad cosechada a lo largo de los años de relación a aquel coktail de sentimientos. Descendió desde el cuello hasta su mano derecha y empezó a jugar con ella lamiéndola y besándola, tanto con las yemas de los dedos como con la palma de la mano. Mientras tanto, él sólo acertaba a despojarse poco a poco de su ropa, anticipándose al siguiente paso de aquel tórrido encuentro.
Y, ardiente, libidinosa, lasciva e impúdicamente, se besaron de nuevo.
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