El lunes pasado guardé, espero que provisionalmente, mi escafandra de profesor. Entre camisas y pantalones se han abierto paso el chandal, las camisetas viejas y las zapatillas. De esta forma, cobran protagonismo el opositor de este año y el opositor del año pasado, mientras que el currito de la enseñanza descansa un poco y se rebela ante su papel secundario.
El arma que utiliza el opositor del año pasado son las listas de sustitución. Cuando empiezo a ser persona recuerdo como quedó la situación de esas listas el día anterior e, inconscientemente, aligero mis acciones para encender el ordenador cuanto antes. Reviso las bajas pendientes, la lista de sustitutos y compruebo si hay modificaciones. A partir de ahí, mi jornada se puede acotar perfectamente mediante las decenas de veces que pulso F5 + Intro.
Cada nueva baja alimenta mi ilusión. Inspecciono las posibilidades de que deba acudir a tal o cual destino y me pregunto si los dragones que allí habitan serán colegas de Elliot o se asemejarán a los velocirraptores de Parque Jurásico. La mayoría de las veces esas inquietudes son totalmente utópicas ya que, incluso, puede que no haya suficientes bajas como para que me llamen, o hasta puede que dicha baja sea de otra especialidad. Pero el opositor del año pasado y el profesor se alían malévolamente para que esté tan pendiente de la pantalla del ordenador.
Afortunadamente, cuando me convenzo de que por mucho F5 + Intro que pulse aquello no va a cambiar, surge hábil y repentinamente el opositor de este año para aprovechar su oportunidad. Las listas permanecen estáticas, y eso produce en mí cierta decepción y desilusión, y entonces repaso un tema como consuelo de semejantes males y como requisito indispensable para que el opositor de este año derrote al del año pasado.
Pero el asunto se torna cíclico. Una vez cumplido el deber, vuelvo al ordenador. De nuevo, F5 + Intro. Otra vez el escrutinio de las opciones. Y otra vez el 'si me mandaran aquí', 'si hubiera escogido allá', 'si saliese una baja en aquel lugar'...
Al final, la misma decepción y desilusión. Y repaso el tema del día. Y, al final, llego a la conclusión de que uno nunca sabe donde va a encontrar su buena o su mala suerte... o no... o qué sé yo...
jueves, 1 de febrero de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Hay una leyenda urbana que dice que si cierras los ojos y pulsas F5 + Intro tres veces seguidas en intervalos de dos segundos, cuando abres los ojos puedes escoger el destino que te dé la gana. ¿Has probado?
Publicar un comentario