sábado, 5 de mayo de 2007

Uniformes

Me resulta, al menos, curioso comprobar como mucha gente se viste de acuerdo con una norma o patrón. Consciente o inconscientemente, la indumentaria de un grupo de personas resulta mimética, cuando no idéntica. Y esto se puede apreciar en muchos casos: en los ejércitos, en los grupos de heavy-metal, en las amas de casa que ya han superado la cincuentena, en los jubilados que echan la partida al dominó en el bar, en los colectivos deportivos, en las discotecas de quinceañeros etc. etc. etc.
Esta forma de vestirse, como casi todo, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Las ventajas, supongo, vienen por la comodidad que supone el no tener que decidir qué te pones, el no pensar qué prefiero vestir hoy, el abrir el armario y coger, rutinariamente, una prenda tras otra. Además, aporta la comodidad de sentirte parte de un grupo más amplio; con la seguridad y protección que ello supone.
Las desventajas, creo, vienen dadas porque el individuo se somete al grupo, pierde su capacidad de elección, de originalidad e imaginación, la sumisión de la voluntad en definitiva.
Hace unas fechas me reencontré con unos viejos amigos. Como si fueran dos maniquíes que se habían fugado del mismo escaparate lucían: zapato marrón claro de 'chúpame la punta' (creo que ésta es la notación correcta), pantalón de marca, jersey a juego con el pantalón y camisa blanca que asomaba bajo el jersey. Me entristeció aquello. Como si fuesen dos clones, parecían acatar unas órdenes dadas por no sé quien sin dar opción a recapacitar en si aquello les gustaba o no, les apetecía o no, les satisfacía o no. Sólo les faltaba un cartel de 'amén a lo que me digan'.
Revisé mi indumentaria. Unos zapatos cómodos curtidos en mil batallas y pantalones y camiseta del Zara. ¿Combinaban aquellas prendas? Muy probablemente no. Pero, realmente, ni me acuerdo ni creo que me preocupara en absoluto al vestirme aquel día.
Comencé la reflexión y aún le sigo dando vueltas (como se puede comprobar). Lo triste para mí es que creo que ellos son felices con esa decisión, en su modo de vestir, con la ausencia de reflexión sobre lo que llevaban ellos y lo que llevaba yo. Creo que les es indiferente decidir o no, escoger o no.
Quizá lo mejor sea formar parte de un ejército cuyo uniforme sea le consistente en no tener uniforme... o no... o qué sé yo...

2 comentarios:

PepeDante dijo...

Te recuerdo que el otro día nos llamaron entre otras cosas "Dúo Dinámico" "Pin y Pon" y "Zipi y Zape". No es que fuera un uniforme, fue un accidente, pero la próxima vez avísmae cuando te vayas a poner esa chaqueta roja.

Don Serafín dijo...

Eso demuestra que, afortunadamente, pertenecemos a ese ejército en el que el uniforme consiste en no llevar uniforme y en el que, casualmente, dos soldados pueden lucir la misma indumentaria en alguna ocasión.
No panic!! Procuraré avisarte... o no... o qué sé yo...