Estos días ando a vueltas con un encargo que me hizo mi padre.
Por cuestiones de herencias, concentraciones parcelarias y esos temas, hace unos años mi padre tuvo que reconstruir su árbol genealógico. Y, la semana pasada, rescató el trozo de papel donde lo tenía plasmado. Así que me cogió por banda y me pidió que lo pasara a ordenador.
Asumí la tarea con sumo agrado.
Pues bien, llegando a mis bisabuelos, resulta que exactamente 32 años después de que muriera el abuelo materno de mi padre, nací yo. 32 años. Exactamente la edad que tengo ahora.
¡Qué cosas!
Si esta entrada la hubiese escrito el 27-1 ya habría sido un escándalo... o no... o qué sé yo...
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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