miércoles, 4 de julio de 2007

La lluvia nunca vuelve hacia arriba

La primera vez que escuché esta hermosa canción de Pedro Guerra fue hace unos 8 años, creo. Lo que sí recuerdo perfectamente es que fue al salir de un examen de Sistemas Dinámicos. Era sábado. Y es que en toda la carrera sólo tuve dos exámenes en sábado: ese y un más que entrañable 27 de Enero en 3º.
El caso es que el examen me había salido razonablemente bien y, por ello, estaba contento. Me subí al coche, encendí la radio y sonó la canción. La verdad es que fue un amor a primera vista (audición, mejor dicho). Era la banda sonora adecuada y precisa para aquel instante. Nada más terminar la canción, apagué la radio para poder tararearla, una y otra vez, durante mi viaje de regreso a casa. Al llegar, me di cuenta de que no sabía qué decía la canción. Sólo me sabía el estribillo. Pero daba igual. Estaba contento y aquella canción magnificaba tal sensación, y eso era lo que importaba.
Años más tarde me reencontré con esta canción; pero la situación era diametralmente opuesta. Sin embargo, en esta ocasión, podía escuchar la canción una y otra vez, y detenerme a escudriñar su mensaje. Y fue bueno. Esa mezcla de resignación y rebeldía era lo que sentía y lo que necesitaba escuchar. Ese 'todo lo que un día ocurrió se termina' combinado con el 'y si no dudas todo puede pasar' fue sumamente terapéutico.
Anteayer regresó esta canción a mi memoria, al relacionar la derrota del opositor del año pasado y la escapada del opositor de este año. Y esta vez, conscientemente, fui en busca de la canción. Y la puse una y otra vez. Y me aportó aquella alegría de la primera vez, aquella nostalgia de la siguiente y estos ánimos para cambiar lo que uno quiera si se lo propone y trabaja duro por ello.
Disfrutadla... o no... o qué sé yo...

1 comentario:

PepeDante dijo...

Como fan de Pedro Guerra te iba a contestar que era imposible que esa canción tuviera ya 8 años, pero como neófito en asuntos del paso del tiempo, me doy de cabezazos contra la pared y te doy la razón. Madre mía, ni que volara el tiempo.