El otro día iba en mi coche y, como tantas otras veces, pasaba por delante del instituto donde fui alumno. Fue algo instintivo: toda la vida pasando por allí delante hace que no te fijes en los detalles, pero no puedes evitar echar siempre un vistazo.
Sin embargo, parecía como si algo hubiera cambiado. Había algo diferente, nuevo, innovador. Algo que mi somnolencia no permitía que identificase. Al cabo de unos segundos, me di cuenta:
-"¡¡Coño!! ¡¡La muralla!! ¡¡La están tirando!!"
Lo cierto es que según pasaba por delante, contemplaba el patio del instituto con total parsimonia. El caso es que antes había una muralla que lo impedía; pero como sé de memoria lo que hay dentro, es como si esa muralla no existiera. La diferencia era que hora la habían derribado físicamente.
Recordé todas aquellas tardes de verano que saltábamos esa muralla para jugar a fútbol-sala toda la tarde. Para muchos de mis amigos y para mí mismo, saltar la muralla del masculino fue la primera fechoría realizada. Luego pensé que muchas veces no aprecias lo suficiente lo que tienes al lado, o que no lo echas de menos hasta que, de repente y sin avisar, te lo quitan sin más.
lunes, 26 de noviembre de 2007
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4 comentarios:
Nada, que empezaron con la del Arsenal y se están emocionando ¿no? :-D
Yo no solía trepar por la muralla, sino por la puerta, pero nunca vi en ello ninguna fechoría. Fechoría fue lo de rebentar con un petardo el telefonillo de tu casa. Mi banda siempre fue más cafre que la tuya, me temo.
me encantò lo q escribiste d tu abuelito,sos super tierno...
A lo mejor el caso es ir tirando según qué muros :-)
Si es que de la plaza de España hacia abajo siempre fuisteis más cafres y peores jugadores de fútbol-sala jeje....
Gracias tatiana.
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